
La importancia de formarse bien y ejercitar la virtud de la prudencia
“Al participar con su voto en esa especie de locura maravillosa que puede ser la organización democrática de una sociedad, pienso que el cristiano vive una experiencia cívica pero también religiosa: solo ante Dios, la interpelación de su conciencia y una boleta para marcar”.
Esta frase se la debo a Orlando Márquez y a su blog: Otra Palabra, en el que hace unos días ha compartido su visión de las elecciones norteamericanas en curso.
Me identifico con esta frase, especialmente al constatar las muchas maneras en las que gente de Iglesia intenta dirigir y a veces manipular el pensamiento y la conciencia de los creyentes en lugar de ayudarles a formarse.
Desde 2015, en tiempo de elecciones, los obispos católicos de Estados Unidos, dan a conocer las orientaciones de la Iglesia en un documento que titulado: Formando la conciencia para ser ciudadanos fieles, que es un llamado a la responsabilidad política y un marco de acción moral para los católicos de Estados Unidos. En este documento los obispos presentan la doctrina católica, no sólo sobre el tema del aborto, sino también sobre todo el abanico de situaciones relacionadas con la defensa de la vida, la promoción de la paz, el matrimonio y la vida familiar, la infancia, la libertad religiosa, la opción preferencial por los pobres y la justicia económica, la atención de la salud, la migración, la educación católica, la discriminación, el cuidado de la tierra, las comunicaciones y la cultura, la solidaridad global.

Es bueno recordar, como indica el propio Márquez, que mucho antes, el Concilio Vaticano II que concluyó en 1965, en la Constitución Pastoral ‘Gaudium et Spes’ sobre la Iglesia en el mundo moderno, ya había dado orientaciones claras ejerciendo magisterio supremo en la Iglesia:
“…todo cuanto se oponga a la misma vida, como los homicidios de cualquier género, el genocidio, el aborto, la eutanasia o el mismo suicidio voluntario; todo lo que viola la integridad de la persona humana, como la mutilación, las torturas corporales o mentales, los intentos de coacción espiritual; todo lo que ofende a la dignidad humana, como ciertas condiciones infrahumanas de vida, las detenciones arbitrarias, la deportación, la esclavitud, la prostitución, la trata de blancas y la corrupción de menores; también ciertas condiciones ignominiosas de trabajo, en las que los obreros son tratados como meros instrumentos de ganancia y no como personas libres y responsables: todas estas prácticas y otras parecidas son, ciertamente, infamantes […] y ciertamente están en suma contradicción con el honor debido al Creador” ( n.27).
El mismo documento apela al “respeto y la caridad” hacia quienes piensan y obran de manera distinta en el campo social, político incluso religioso, recordando que “Sólo Dios es juez y escrutador de los corazones; por ello nos prohíbe juzgar la culpabilidad interna de nadie” (n. 28).
Es lo que expresó un Obispo cuando amonestó a un sacerdote de su diócesis de Wisconsin que había afirmado que no se puede ser Católico y Demócrata. El sacerdote James Altman también había calificado el cambio climático como un cuento, había calificado de criminales ilegales a los jóvenes ‘soñadores’ que llegaron a este país de niños, traídos por sus padres sin ‘papeles’ y había criticado al obispo Presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos y primer Arzobispo de la raza negra de la Arquidiócesis de Washington, Mons. Wilton Gregory .

En una declaración, el pasado 9 de septiembre, el obispo William Callahan de La Crosse señaló que amonestaría al sacerdote porque “el tono de sus afirmaciones carecen de caridad, causando escándalo ya que el generalizar y condenar a grupos de personas es algo inapropiado y fuera de los valores de una vida virtuosa”.
Rastreando por internet las exhortaciones de los obispos a sus fieles, ante las inminentes elecciones, se puede constatar que, con frecuencia, al recordar el abanico de “cuestiones católicas” a tener en cuenta al ejercer el voto, cargan las tintas sobre una sola. Pero hay excepciones como la del obispo Mark J. Seitz de El Paso Texas, al compartir su experiencia en la zona desértica de la frontera con México.
Este obispo señala que “las elecciones son la manera específica de participar en la construcción del bien común”.
Sin ignorar el reto que representan para los votantes las política abortistas, el Obispo hace notar que, al seguir estrategias “de solo una cuestión, para poner fin al aborto, muchos cristianos escandalosamente han cerrado los ojos ante serias rupturas de solidaridad contra políticas deshumanizantes, entre las que se incluyen: acabar con los derechos de los trabajadores y el derecho al voto, los recortes de apoyo social a los pobres y los enfermos, así como el racismo y la explotación de los emigrantes y del medio ambiente”.

El Obispo califica como “dolorosa ironía” constatar que mientras en Estados Unidos uno de los partidos políticos presume estar con las familias de los indocumentados y los niños, pero no con los no-nacidos, el otro, proclama estar con los no-nacidos pero no con los indocumentados. Mons. Seitz comparte, la frustración y la confusión que enfrentan los votantes católicos este año ya que ninguno de los candidatos presidenciales refleja de manera consistente una ética integral del amor a la vida expresada por Jesús en los Evangelios.

Por eso aboga por una bien formada conciencia y por el ejercicio de la prudencia y un discernimiento orante por parte de cada votante ante las cuestiones que hay que afrontar. “Dios no nos pide lo imposible”, dice, “sino lograr la justicia posible en el mundo imperfecto de aquí y ahora” . Se trata de sopesar… “las complejas cuestiones que afronta la Nación y orar reflexivamente sobre la sacralidad e igual dignidad de toda vida humana y nuestro deber de ser cuidadores de la creación de Dios”.
Otro obispo, Mons. Robert W. McElroy, de San Diego, en un discurso el pasado mes de febrero fue más concreto a la hora de sopesar las cuestiones que enfrentamos.

El obispo enumera 10 puntos a considerar según el Evangelio y la Doctrina Social Católica:
- El avance de la cultura y de las estructuras legales que protejan la vida de los no-nacidos.
- El cambio climático que amenaza el futuro de la humanidad y particularmente afecta a los pobres y los marginados.
- Las políticas que salvaguarden los derechos de los emigrantes y refugiados en tiempos de intolerancia.
- Las leyes que protejan a los mayores, los enfermos y minusválidos contra el señuelo y flagelo de la eutanasia y el suicidio asistido.
- La oposición vigorosa a toda forma de racismo por medio de la transformación cultural y de estructuras legales.
- La oferta de trabajo y la protección de los trabajadores.
- Los esfuerzos sistemáticos de lucha contra la pobreza y contra las atroces desigualdades en riqueza.
- Políticas que promuevan el matrimonio y la familia, esenciales a la sociedad.
- Acciones substanciales contra el desarme nuclear.
- La protección de la libertad religiosa.
Para ayudar a evaluar estos puntos el Obispo afirma:
• No existe un mandato de la doctrina católica que de una prioridad categórica a ninguna de estas cuestiones.
• El número de muertes que causa el aborto es algo más inmediato, pero a largo plazo, las muertes que ocasione el cambio climático será mayor y amenaza el futuro de la humanidad.
• Tanto el aborto como el cambio climático son temas clave en la enseñanza católica.
• En este momento de los Estados Unidos fuerzas político-partidistas políticas tratarán de designar cualquiera de estas cuestiones como primordiales para el voto católico, como ya lo muestra nuestra historia reciente.

Para Mons. McElroy la responsablidad en el ejercicio del voto de un verdadero discípulo de Jesús es más que votar ante esta o aquella cuestión. Implica ante todo elegir a una persona que sea capaz de hacer avanzar el bien común y esto implica considerar: oportunidad, competencia y carácter.

• Oportunidad, es decir: qué alianzas podrá construir el candidato para hacer avanzar el bien común.
•Competencia: no se trata de elegir un ‘santo’ sino valorar qué inteligencia, capacidad de relaciones humanas, conocimiento político, intuiciones, aporta cada candidato.
• Carácter: representa un criterio importante en estos momentos de divisiones, falta de verdad, de no- colegialidad, y de partidismos.
A fin de cuentas, dice, es el candidato el que está en juego en una boleta de voto y no una sola cuestión. Y por ello hay que valorar: qué candidato será capaz de hacer avanzar el bien común en las circunstancias que enfrentamos hoy.

Para esta valoración y discernimiento, recuerda el obispo, el votante católico tiene que apoyarse en la virtud de la prudencia con la que, según el Catecismo: “Aplicamos principios morales a casos particulares y vencemos las dudas sobre el bien a conseguir y el error a evitar.”
Por todo esto me llamó la atención la frase de Orlando Márquez que cito al inicio: votamos en soledad ante Dios y ante la propia conciencia bien formada. ( A.Cantero)
Aquí, puedes leer el escrito completo del obispo McElroy o puedes también descargar, debajo el texto en inglés en .pdf
Excellent article! Thank you
LikeLike