Desde Holguín, Cuba, un médico comparte sobre la vida de los laicos en tiempos del virus Covid19
HOLGUÍN, Cuba- El pasado 17 de marzo leía un artículo publicado en la red oficial de la Institución Teresiana (I.T.) en el que Maite Uribe invitaba a vivir estos momentos de pandemia desde la fe, la esperanza y la solidaridad. En su mensaje, a quienes viven el carisma Povedano, la Directora General de la I.T. nos decía que este puede ser un tiempo “para redescubrir lo que es esencial en nuestras vidas”.
Desde Cuba queremos responder a ese llamado con una voz más alta que los gritos y lamentos que se escuchan en medio de este dolor. Queremos poner a disposición de todos, los dones que nos ha dado Dios y que hemos cultivado con nuestro estudio y oración.
Con nuestro trabajo colaboramos en paliar la propagación de la pandemia y acompañamos a las familias y amigos en medio de este aislamiento social. Quienes seguimos a Jesús en Holguín, como parte de la IT y en nuestras parroquias, colaboramos en las esferas de la salud, la educación y la familia, nos mantenemos unidos en la oración y la amistad con quienes nos rodean y vivimos solidarios con el dolor que hoy se vive en todo el mundo.

“Cada vez somos más conscientes de los riesgos y peligros a los que todo el mundo se expone día a día, al salir de sus casas, pero hacerlo forma parte del contribuir a que otros puedan dar lo mejor de sí”, comentó María Esther, maestra de preescolar, quien se mantiene trabajando para los niños cuyos padres, por sus oficios, no pueden permanecer en casa.
“Reconocernos también frágiles y a la vez, llenos de un espíritu que no es de temor, nos ayuda cada mañana a salir de esas zonas de confort y dar a cada niño un día de esperanza y alegría”, dijo.

Yanet vive este momento como tiempo de estudio y oración pero también como oportunidad de orientar y guiar a los padres en este proceso de enseñanza, de manera particular lo niños con características especiales con los que ella trabaja como educadora.
Para Dayana médico pediatra, está siendo una experiencia única que ha sacudido la cotidianidad. “Me ha sacado de la rutina para pensar en el valor de la vida y su fragilidad”, dijo. Al trabajar de manera directa con la gente ha recordado que “tántos momentos de estudio y oración han valido la pena. Y también, poner la ciencia y la fe al servicio de este mundo que tánto nos necesita”. No deja de pensar “en mis compañeros, creyentes y no creyentes, quienes se levantan cada mañana a dar lo mejor de sí”.

Yo también lo vivo como médico y puedo compartir con mi esposa Dayana sobre las situaciones que viven nuestros colegas ante la pandemia. Además como padres, y al hablar con las personas cercanas a la IT, me doy cuenta de que nuestro carisma se vive, también de manera especial, en las familias que han reestructurados en labores y horarios para acompañar a los más niños y proteger a los ancianos, una experiencia de Iglesia doméstica, que ora y trabaja junta.

Así lo viven Jose Enrique, profesor en la Universidad y María de Lourdes, que trabaja en el Obispado, quienes desde hace varias semana, además del trabajo, asumen no solo la responsabilidades del hogar sino también la educación de sus hijas.
Pienso que este es un tiempo preciado para acompañar a tantos que en medio de las dificultades redescubren a Dios. Estoy convencido de que este tiempo sacará de nosotros lo mejor que cada uno tiene para dar, es un tiempo para poner a disposición de todos los talentos recibidos y esta semilla povedana, sembrada en tierra cubana, dará fruto y fruto abundante. (Dr. Alexis Pupo Micó)
POVEDA-IT